martes, 6 de octubre de 2009

La verdadera dicha de Amar

La verdadera dicha de amar es un éxtasis de dos cuerpos y almas unidos y entrelazados poéticamente. Una vez que el hombre ha encontrado su compañera ideal. Intentara hacerle el amor de un modo extático y poético.

Los discípulos del Tao del amor tienen la impresión de que no hay que separar amor y sexo. El amor sin el sexo es algo frustrante y enfermizo, carente de la armonía esencial del Yin del Yang que brinda paz y serenidad a la vida. Por otra parte, el sexo sin el amor es simplemente una función biológica que no nos lleva hacia esa mutua tranquilidad que todos necesitamos. Aquí la palabra “amor” se empleara con tanta frecuencia o más frecuentemente aun como “sexo”, en un intento de corregir el preponderante punto de vista unilateral de sexo y orgasmo.

El puro sexo y el orgasmo pueden ser dichas pero, desde nuestro punto de vista, no constituyen unas dichas extáticas en que se entremezclen el verdadero amor y el sexo. Por ejemplo, existen mujeres que pueden lograr orgasmos con solo cruzar las piernas y apretar (y pueden hacerlo docenas de veces al día). Pero al hacerlo, ¿consiguen un profundo placer? Una vez una mujer ha tenido una experiencia amorosa satisfactoria, en raras ocasiones prefiere la masturbación. La masturbación es puro sexo, sin el calor, el sentimiento, la comunicación o la armonía del Ying y del Yang. De igual modo, cuando un hombre le hace el amor a una mujer no se comporta igualmente que cundo se masturba. Nada frustra o disgusta más a una mujer que comprobar que su compañero amoroso solo se preocupa de su propia eyaculación. El amor debe ser una autentica comunión de los sexos. En vez de comunicar ternura y dicha, para muchos hombres el sexo es simplemente un movimiento mecánico no muy diferente de la masturbación, con si no existiese la mujer. El resultado tal vez no disguste a los interesados. Algunos hombres pueden creer que están satisfechos, la realidad es que nunca han conocido lo que es un autentico amor dichoso, ni se han dado cuenta de que no han conseguido la armonía del Yin-Yang.

Entonces ¿qué es un amor verdadero y dichoso? Podríamos describirlo con la alegría de estar sentados en un valle montañoso y florido en el mes de mayo, o nadar debajo de la majestuosa cascada de Lu Shan y frente al tintineante lago de Pu Yang, u oír el parloteo de los azulejos americanos ante la magnificencia del Gran Cañón en una dorada puesta del sol después de la lluvia. Lo que intentamos decir a los jóvenes amantes es que deberán cultivar y desarrollar la capacidad de hacer el amor de una forma poética y extática, una vez hayan experimentado esta autentica dicha de amar, ya no desearan algo menor y abandonaran para siempre todos sus pensamientos mezquinos y repugnantes

Pero ¿cómo debe comenzar un principiante? A través del ejercicio, abriendo y aguzando todos sus sentidos y facultades: Tocando, gustando, viendo, oyendo, hablando y sintiendo, e intentando emplearlos tan completamente como sea posible para dar y recibir dicha de sus compañera. Han de saber que las mujeres, no menos que los hombres, gustan de ser sinceramente elogiadas y apreciadas sobre todo mientras hacen el amor. De este modo, no solo aprenderá a amar de una forma extática, sino también a alejar de su mente la preocupación por la eyaculación.

Algunos sexólogos sugieren adoptar una exagerada despreocupación mientras hacen el amor para retrasar la eyaculación, aconsejan a los hombres que piensen en cosas políticas o en los negocios mientras copulan, e incluso que lo suspendan por completo para fumarse un cigarrillo. Esto puede constituir un medio efectivo de retrasar la eyaculación, pero no una forma de conseguir el éxtasis o incluso la armonía con su compañera, que, con toda seguridad, notara su ausencia o apartamiento con toda la razón del mundo. Existen muchas cosas placenteras y dichosas en las que un hombre puede pensar: en la textura de su pelo, en la suavidad de su piel, en las curvas misteriosas de su cuerpo, en su fragancia, en sus húmedos labios y lengua y en los aun más húmedos labios de su yumen.

Sin embargo, más pronto o más tarde, un joven saludable llegara al punto crucial en que deba eyacular. De acuerdo con el Tao, ¿Cuándo deberá hacerlo? Para un joven entre los dieciséis y los dieciochos años, que se encuentra en el periodo más fértil de sus vida, se supone que es muy difícil de dominar su eyaculación. Pero esto, parcialmente, no deja de constituir un mito. Existe algunas medidas que adoptara cuando sienta que la eyaculación es ya inminente.

Fuente: El Tao del Amor y del Sexo – Jolan Chang

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